Mar adentro, el agua es tan azul como
los pétalos del más bello aciano y tan clara como el más puro cristal.
Hoy es 2 de abril, hace 218 años que nació Hans
Christian Andersen… por ello, le dedico un post a uno de sus más “extraordinarios
y simbólicos” cuentos: La Sirenita
En la nueva y muy cuidada edición ilustrada por
Benjamin Lacombe, se incluye un prólogo, el final del cuento que Andersen
tachó, algunas cartas reales del propio autor y un epílogo donde se explica una
teoría de una posible interpretación del cuento de La Sirenita.
A continuación comparto tres citas de este cuento tan precioso… y os invito a leerlo, a disfrutar de las maravillosas ilustraciones y a reflexionar sobre sus mensajes, tan alejados de la versión Disney...
¿Por qué aquí no tenemos alma
inmortal? -preguntó apenada la sirenita. ¡Daría mis trescientos años a cambio
de un solo día de vida como humana y por formar parte de ese mundo celestial!
-¡Y sin embargo tendré que morir como espuma de mar, sin escuchar la música de las olas, sin ver las bellas flores ni el rojo sol! ¿Es que no hay nada que pueda hacer para conseguir un alma eterna…?
-¡Hacía las hijas del
aire!-respondieron las demás criaturas-. ¡Las sirenas no tienen alma inmortal,
y a no ser que un humano las ame, jamás la conseguirán! De un extraño poder
depende su existencia eterna. Las hijas del aire tampoco tenemos alma inmortal,
pero podemos alcanzarla mediante la realización de buenos actos. Volamos hacia
tierras cálidas, en donde el sofocante aire de la peste mata a los humanos;
allí nos dirigimos a fin de refrescar la atmósfera. Propagaremos la fragancia
de las flores por el aire y ofreceremos reposo y curación. Cuando se cumplan
trescientos años de haber hecho el bien. Obtendremos un alma inmortal y
participaremos de la eterna dicha de la humanidad. Tú, pobre sirenita, has
procurado eso mismo con todo el corazón, como nosotras y has sufrido, y te has
elevado al mundo de los espíritus del aire…
¡¡Feliz día del Libro Infantil y Juvenil!!
