Esta tarde de viento y frío… de Luna creciente y noche larga… me
viene al recuerdo uno de mis preciados tesoros de este otoño… ese domingo
soleado, de cielo claro y preciosas nubes…
De familia, amigos, risas, paisajes… de conversar y compartir…
siempre juntos… siempre adelante… ¡hacía las nubes! ¡cerca del cielo!
Desde la cima se observan otros picos, otros valles, allí, en lo
alto, todo parece infinito… es una sensación increíble, de libertad y a la vez
de no ser nada… y todo…
Cerca de mí, ascienden dos águilas que vuelan en círculos hasta
fundirse con el cielo… ¿serán las almas de dos enamorados, que por fin se han
encontrado?...
¡Qué bien se está en la montaña con la familia y los amigos!
¡qué bonito es poder compartir la vida con personas que la saben sentir y
apreciar!
Ha sido otro “Ratico Inolvidable” en compañía de mis ángeles…
allí, he estado tan cerquita del cielo que por un instante he sido una nube,
que allí se quedó con un pedacito de mi corazón…
Espero volver prontito a ese rincón de paz y armonía… alejado de
la muchedumbre… allí, dónde las nubes se convierten en misteriosas nieblas que
besan las rocas… y las personas se vuelven un poco más humanas…
Hasta pronto!!!
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