¡Ya estoy aquí! Sigo en la cima del Moncayo,
contemplando como las nubes siguen reuniéndose, seguidas por ese misterioso
susurro que las va convocando… la niebla sigue ascendiendo veloz, devorando a
su paso todo lo que encuentra… acabamos de comer en uno de los cobijos de la
cima, aprovechando los últimos rayos de sol… y al fin, la niebla nos encuentra…
nos envuelve, nos enfría y fascina a la vez… ¿Qué tendrá que la hace tan
misteriosa?
Justo en ese instante, en ese lugar, mi hermano
saca el cuerno y se pone a tocar… ¡qué épico!... parece que la niebla nos
entiende… retrocede… da algún giro como si danzara a su son… mi corazón se
emociona… me siento más cerca de los celtas…
y en mi mente se forma la siguiente historia que comparto aquí:
El Beso bajo el
Muérdago
“Como cada mañana, Susana, se adentró por esa
pequeña y escurridiza senda, por la que
se acercaba a las profundidades del bosque, a sus misterios y secretos… las
cortezas de los árboles estaban forradas de musgo, las hiedras cubrían las
ramas y la senda se ocultaba tras una crujiente alfombra de hojas doradas y
amarillas… A Susana le encantaba recorrer ese camino, acompañada de los cantos
de los pajarillos…
Al llegar a un original mogote de piedras, que
parecían estar en equilibrio, percibió un extraño sonido y se desvío del
camino para averiguar de qué se trataba… corría entre árboles, helechos,
zarzas… se sentía como atraída por una fuerza mayor, como si el bosque fuera un
gran imán… su corazón latía muy deprisa y de pronto se quedo paralizada ante la
escena que estaba a punto de presenciar… oculta detrás de un tronco:
A unos pasos de ella, había una joven apoyada en un
pino coronado de muérdago, que leía un libro en voz alta, su voz era muy
melódica y cantarina… estaba tan concentrada en su lectura, que no se dio
cuenta de ese joven que llegaba con una espada en la mano… más rápido que un
rayo, corto el libro en dos y mientras agarraba a la muchacha, le gritó… ¡estoy
harto de que visites este lugar, tu corazón me pertenece!... ante estas
palabras, ella se quedó quieta y con un ágil movimiento se soltó y corrió a
abrazar el árbol, inesperadamente, con todo el amor que tenía guardado para
quién lo mereciera, beso la corteza del pino… y antes de que sus labios se
despegasen del tronco, su figura desapareció en su interior, al instante justo
en el lugar del beso, brotó una delicada rama…
Susana salió de su escondite… ya no había ni rastro
de los jóvenes… ¿había sido un sueño?... pero allí, en la base del pino, vio el
libro rasgado que estaba leyendo la joven… las tapas eran de madera tallada…
estaba escrito en runas, excepto el título “El beso bajo el Muérdago”.
El amor por ese Pino, la transformó en esa bella
rama…
Hasta pronto!!
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