Estos primeros días de marzo, en los que la
naturaleza se prepara poco a poco con sus mejores galas para renacer con la primavera…
me vienen a la memoria unos recuerdos de octubre, de ese mes otoñal que también
llena de vivos colores el bosque, pero preparándose para el duro invierno…
¡Qué suerte poder
contemplar paisajes diferentes, variados, preciosos, únicos… y todo, gracias a
las cuatro estaciones… ¡que sencillo y encantador al mismo tiempo!…
En este post retrocedemos al otoño, y nos
adentramos por el misterioso bosque del Moncayo… la senda está cubierta por una
alfombra dorada que cruje bajo nuestros pies… y las hojas amarillas y delicadas
que aún cuelgan de las hayas, tiemblan al sentir los suspiros de ese gigante
que duerme… aunque todos piensan que es debido a la suave brisa…
El bosque esta precioso y el clima ideal… en
nuestro corazón llevamos a todos los que hoy no han podido acompañarnos en la
subida a la cima…
Desde las alturas vemos un mar blanco de nubes… desde
allí, me parece ver a ese fantástico velero capitaneado por Peter Pan…
Y entre risas, llegamos a la cima de nuestro
querido Moncayo, que tantos veranos hemos visitado… y que siempre nos recibe
con los brazos abiertos y nos hospeda en su cumbre.
Hasta pronto!!
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